Cuando estás lista para embarazarte y los meses pasan sin conseguirlo, es normal sentir ansiedad y mil preguntas. Esta guía te acompaña —con lenguaje claro y sin dramatismos— para que sepas qué exámenes suelen pedirse, cuándo iniciar la evaluación y qué pruebas no son necesarias en la mayoría de los casos. La meta es que llegues a tu consulta informada y tranquila, sabiendo qué esperar.
¿Cuándo conviene iniciar una evaluación?
Se recomiendan iniciar estudio tras 12 meses intentando embarazo si tienes menos de 35 años, y a los 6 meses si tienes 35 años o más. Si tienes 40 o más, o antecedentes que aumentan el riesgo (ciclos muy irregulares, endometriosis, cirugías pélvicas, infecciones pélvicas previas), no esperes: consulta antes.
Importante: la evaluación siempre es de ambos miembros de la pareja. Aproximadamente un tercio de los casos involucran factor masculino, otro tercio factor femenino y el resto es mixto o sin causa aparente.
Lo primero: historia clínica y examen físico
Tu especialista comenzará por escuchar tu historia: patrón menstrual (regularidad, dolor, sangrados), antecedentes ginecológicos (miomas, cirugías, endometriosis), enfermedades tiroideas, infecciones de transmisión sexual (ITS) previas, medicamentos, hábitos (tabaco, alcohol) y tiempo de búsqueda. También se indaga sobre la frecuencia de las relaciones y el uso de lubricantes (algunos afectan a los espermatozoides). Esta entrevista, más un examen físico, orienta qué pruebas tienen sentido en tu caso.

Evaluación del factor ovulatorio: ¿estoy ovulando?
La ovulación regular es el pilar de la fertilidad. Para confirmarla, el estudio más utilizado es la progesterona en fase lútea (aprox. una semana antes de la menstruación esperada). Un valor adecuado indica que sí ovulaste ese ciclo. Si tus ciclos son irregulares, además pueden medirse gonadotropinas (FSH y LH) para entender qué está pasando.
Otros apoyos que tu especialista puede considerar:
- Pruebas de orina de LH (predicen la ovulación 24–48 h antes).
- Registro de cambios cervicales (moco claro y elástico cerca de la ovulación).
- Ecografía transvaginal seriada para seguimiento folicular si hace falta.
¿Y las hormonas tiroideas o la prolactina?
El TSH (función tiroidea) no necesita medirse en todas las personas de forma automática; se solicita si hay síntomas o antecedentes de enfermedad tiroidea u ovulación irregular. La prolactina se reserva cuando hay ciclos irregulares/amenorrea o galactorrea (salida de leche sin estar amamantando). La evidencia reciente desaconseja la búsqueda indiscriminada y promueve una evaluación dirigida por indicios clínicos.

Reserva ovárica: qué mide y para qué sirve
La “reserva ovárica” se refiere a cuántos folículos (y, por ende, óvulos potenciales) quedan en los ovarios. Se estima con:
- AMH (hormona antimülleriana) en sangre.
- Recuento de folículos antrales (AFC) por ecografía transvaginal.
¿Para qué sirve? Principalmente para prever la respuesta a estimulación ovárica en tratamientos (p. ej., FIV) y orientar tiempos y estrategias. No es una “nota de fertilidad” global ni predice con precisión si lograrás embarazo de forma natural. Varios estudios y guías advierten que AMH baja no significa incapacidad de embarazo natural, y que los marcadores de reserva no deben usarse para negar tratamiento ni para “adivinar” menopausia exacta.
En mujeres sin diagnóstico de infertilidad, hacer AMH “por curiosidad” suele generar ansiedad más que respuestas accionables. Coméntalo con tu especialista antes de pedirla por tu cuenta.
Útero y trompas: ¿la anatomía está despejada?
Para que el encuentro óvulo-espermatozoide ocurra, las trompas deben ser permeables y la cavidad uterina estar sin obstáculos (pólipos, adherencias, malformaciones). Las herramientas más usadas son:
- Histerosalpingografía (HSG): radiografía con contraste que muestra trompas y cavidad. Es una prueba de primera línea por su disponibilidad y costo.
- Histerosonografía (saline infusion sonography) y HyCoSy (contraste ecográfico): ecografías avanzadas que permiten evaluar cavidad y paso por trompas sin rayos X; cada centro decide según experiencia y recursos.
- Histeroscopia: introduce una cámara dentro del útero y, si ve un pólipo o tabique, permite tratarlo al mismo tiempo. Se indica cuando la imagen sugiere lesiones intracavitarias.
Laparoscopía diagnóstica no se usa de rutina para “ver si las trompas abren”; se reserva para casos con alta sospecha de endometriosis avanzada, adherencias densas o hallazgos que requieran cirugía.
Antes de estudios que manipulan el cuello del útero (como HSG), se recomienda tamizaje de clamidia o profilaxis antibiótica si no se testeó, para evitar infecciones ascendentes.

Factor masculino: el seminograma sí importa
El examen básico para él es el análisis de semen (concentración, motilidad, morfología), idealmente siguiendo el Manual de la OMS, 6.ª edición (2021), que estandariza procedimientos y mejora la comparabilidad entre laboratorios. Dependiendo del resultado, pueden añadirse hormonas (FSH, LH, testosterona, prolactina) o ecografía testicular.
Dato clave: un resultado “fuera de rango” no equivale automáticamente a infertilidad; se interpreta en contexto (historia clínica, repetición del estudio, tiempo de abstinencia, laboratorio con experiencia). Tu equipo te explicará qué significa cada parámetro y qué hacer después.
Pruebas adicionales según hallazgos
No todas las personas requieren todo. Algunas evaluaciones se piden solo si hay pistas clínicas:
- Síndrome de ovario poliquístico (SOP): si hay ciclos irregulares y/o signos de hiperandrogenismo (acné, hirsutismo), pueden medirse testosterona total/libre y DHEAS con métodos de calidad; AMH no debe usarse sola para diagnosticar SOP.
- Insuficiencia ovárica primaria (POI): en mujeres <40 con amenorrea y FSH elevada repetida, tu equipo considerará estudios como cariotipo y premutación FMR1 (fragilidad X), además del cuidado de salud ósea y cardiovascular.
- Antes de tratamientos: tu médico puede solicitar serologías (hepatitis B/C, VIH, sífilis) y revisar estado de vacunas (rubéola, varicela, influenza, Tdap) como parte de una optimización preconcepcional. Esto no “diagnostica infertilidad”, pero reduce riesgos si el embarazo ocurre.
Lo que ya no se recomienda de rutina
Las guías modernas han depurado pruebas que no aportan valor en la mayoría de los casos:
- Prueba postcoital (evaluar moco cervical tras relaciones).
- Biopsia endometrial para “datación” del endometrio o para “defecto de fase lútea”.
- Prolactina en ausencia de signos (irregularidad o galactorrea).
Estas pruebas no mejoran el diagnóstico ni el pronóstico y pueden generar intervenciones innecesarias.
¿Cómo se arma el plan con los resultados?
Con tu historia, examen físico y los hallazgos de ovulación, reserva, anatomía y semen, el equipo te explicará las opciones:
- Si hay anovulación (p. ej., en SOP), se valora inducción de ovulación y cambios de estilo de vida.
- Si hay factor tubárico significativo, puede considerarse cirugía (p. ej., salpingectomía si existe hidrosálpinx antes de FIV) o reproducción asistida según el caso.
- Si el problema es factor masculino, hay desde medidas simples (tiempos de relación, antioxidantes cuando procede) hasta inseminación intrauterina o FIV/ICSI.
- En reserva ovárica baja, el tiempo es un recurso valioso: se conversa sobre estrategias más ágiles o preservación, siempre ajustadas a edad, objetivos y valores de la pareja.
Preguntas frecuentes (y respuestas honestas)
¿Puedo “hacerme todo” en un mes?
Casi siempre sí: la evaluación básica se completa en pocos ciclos. Algunas pruebas deben calendarizarse (p. ej., progesterona premenstrual), pero tu equipo te dará un plan paso a paso.
¿Una AMH baja significa que no podré ser mamá?
No. La AMH no predice de forma fiable la posibilidad de embarazo natural. Sirve para planificar tratamientos, no para etiquetar tu futuro.
¿El HSG duele?
Puede ser molesto (tipo cólico). Pregunta por opciones de analgesia y recomendaciones previas. En centros con experiencia en HyCoSy, esa alternativa puede ser más confortable para algunas personas; tu especialista te dirá qué conviene en tu caso.
¿Qué hay del “déficit de fase lútea”?
Es un concepto controvertido; no se diagnostica con biopsias rutinarias y no se trata sin una indicación clara.
Checklist para tu primera cita
- Cronología: cuánto tiempo llevan intentando y con qué frecuencia.
- Calendario menstrual: duración de ciclos, irregularidades, dolor, sangrados.
- Antecedentes: cirugías pélvicas, ITS, endometriosis, miomas, abortos previos.
- Medicaciones y hábitos: tabaco, alcohol, suplementos.
- Exámenes previos: traelos (ecografías, hormonas, espermograma).
- Vacunas y serologías: si las tienes, mejor; si no, te orientarán.
Mensaje final
Una evaluación de fertilidad bien enfocada es rápida, costo-efectiva y respetuosa. No se trata de “pedir todo”, sino de pedir bien según tu historia y examen. Un abordaje por pasos —ovulación, semen, útero/trompas y, cuando corresponde, reserva ovárica y hormonas específicas— permite encontrar la causa en muchos casos y, sobre todo, elegir el mejor camino para ustedes.